Después de 190 años...
          El dinamismo apostólico, la fuerza  profética 
          que animaban a Pedro Bienvenido  Noailles 
          y a los primeros miembros de la  Sagrada Familia
          fluye, alienta, traza un camino
          y nos alcanza todavía hoy.
1820  – “LA HORA DE DIOS”  HA LLEGADO
Ha terminado el tiempo de la  espera.
Tres… tres  vocaciones para una primera comunidad.
“El número tres evocaba para él la excelsa  y adorable Trinidad, y a la vez, la Trinidad  visible que vivió en la casa de Nazaret, bajo cuya protección fundaba su obra”
Animado por  el Obispo, fiel a la gracia recibida y abrigada en el secreto de la plegaria,  organiza la Fundación.
Tendrá lugar el 28 de Mayo, día de la Trinidad.
Cuando todo  parece resuelto, surge una dificultad seria: Zoé de Raquine, considerada el  alma de la obra, cuando comunica el proyecto, encuentra tanta oposición por  parte de la familia, que tiene que postergar su decisión.
                          
          Este  contratiempo no desanima a Pedro Bienvenido que sabe que Dios es su guía.
          Pero Catherine-Aimée,  su hermana se ofrece para comenzar esta aventura.
El grupo  elige una vivienda en la Grande rue Saint Jean. Esta primera casa llevará el  nombre de Ntra. Sra. de Loreto, para que, así, las que vivieran en ella, “nunca olvidarán que el fin principal de su  asociación era honrar  e imitar a la  Sagrada Familia”.
                                                                                                                       (Anales Tomo I, Pág. 84)
El 27 de mayo de 1820, víspera de la fiesta de la Trinidad
Los primeros miembros de la primera comunidad
se reúnen y se colocan bajo la protección de la Virgen María.
            
El 28 de mayo  es también el día en que el P. Amando Noailles celebra su primera misa en la  Iglesia de Santa Eulalia. Él nos traza el recuerdo de aquel día inolvidable:
 “ El 28  de mayo de 1820, día de la Santísima Trinidad, el hermano del padre Noailles  canto su primera en la Iglesia    Santa Eulalia. El Padre Noailles subió al  pulpito y pronuncio un sermón tan fervoroso que comunicó su emoción a todo el  auditorio. El joven celebrante tuvo el consuelo aquel día de dar la comunión a  casi todos los miembros de su familia y, también, a las tres personas de la Sagrada Familia,  entre las que estaba Aimée Noailles, una de las hermanas del Fundador y que,  con sus dos compañeras, se retiró después de la Misa para vivir en comunidad.”
(Amand Noailles-  Memorias de los contemporáneos)
El primer acto comunitario es un retiro de 8 días predicado por el  Fundador.
 
“Habéis sido elegidas para llegar a ser madres de una gran  familia… 
Si tenéis que pasar por privaciones y pruebas que no os ofrecerían  obras ya fundadas…
Que estás privaciones y pruebas no os aterren. Nunca seréis más  pobres, ni más débiles, ni estaréis más despojadas de todo apoyo humano que  hoy, y sin embargo ¿no os sentís felices caminando así tras las huelas de  jesús, María y José?
            
No temáis tampoco para vuestra naciente obra las persecuciones,  los obstáculos y la muerte a corto plazo que ya le pronostican tantos falsos  profetas. ¿Qué pueden los hombres contra las almas que no se apoyan más que en  Solo Dios y que solo le buscan a El?
[…] No dejéis de ser lo que sois, y creceréis en medio de las  tormentas, y vuestras buenas obras se multiplicaran como grano fecundo, porque  ha sido esparcido no por mano de hombre, sino por la del mismo Dios.”
(Historia de las fundaciones, anales tomo I Pág.40)
            
Esta semana de oración y de reflexión termina con una consagración  como miembros de la Sagrada Familia.  
El Fundador entrega a la comunidad el primer reglamento.
“Animadas con estas piadosas exhortaciones,  las fundadoras de Loreto se penetraban más y más del espíritu de su vocación.  Solo Dios fue su primera Regla.”
(Anales-tomo I Pág. 41)
              
2010…
Muchos  meandros, muchos obstáculos desviaron la savia original,
            Ella se abrió  camino, respondiendo a los retos de las distintas épocas
            Enriqueciéndose,  cada vez, de la vida circundante,
            El árbol crece  y se enraíza en nuestra propia vida...