“Vive Cristo, esperanza nuestra, y Él es la más hermosa juventud de este mundo. Todo lo que Él toca se vuelve joven, se hace nuevo, se llena de vida… ¡Él vive y te quiere vivo!
Él está en ti, Él está contigo y nunca se va. Por más que te alejes, allí está el Resucitado, llamándote y esperándote para volver a empezar. Cuando te sientas aventajado por la tristeza, los rencores, los miedos, las dudas o los fracasos, Él está allí para devolverte la fuerza y la esperanza” (Papa Francisco, Christus vivit, 1-2)
La experiencia de Jesús Resucitado no irrumpe desde fuera, sino que ilumina y transforma nuestra vida cotidiana y la vida de todos los vivientes, desde dentro. Se deja ver y experimentar sin ruido, pero íntimamente y limpia nuestra mirada para que veamos todo con ojos nuevos. Sin ignorar lo que estamos viviendo y sufriendo como humanidad y cuestionados por el agotamiento a que estamos llevando el planeta, el Resucitado nos convoca de nuevo a una esperanza activa para reconstruir otro mundo necesario y posible.
La experiencia Pascual no borra el dolor, lo transforma y confirma la promesa de Jesús: “no temas”; “estoy aquí”, “estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”. Jesús Resucitado no viene a resolver las situaciones que nos afligen, Él viene a consolar y a reencender nuestra esperanza.
Por esto, y mucho más, celebremos la Pascua en comunión con toda la Creación y experimentemos sus frutos: paz, serena alegría y renovada esperanza. Es lo que os deseo de todo corazón.
Hna Ana María Alcalde