Incluso antes de hablar, anuncian a Cristo

Un gran rey nace como un niño pequeño. Los magos vienen de lejos para adorarlo y rendirle homenaje. Aunque yace en un pesebre, reina sobre el cielo y la tierra. La Navidad celebra el acontecimiento gozoso y extraordinario del Hijo de Dios que nace de la Virgen María, viene a vivir entre nosotros, se hace semejante a nosotros en todo excepto en el pecado. La historia de la Navidad revela la humildad del Hijo de Dios que se ha hecho humano por el bien de nosotros, los humanos.

Durante el tiempo de Navidad, celebramos otras fiestas. Entre ellas, la fiesta de los Santos Inocentes. Estos niños recién nacidos, que aún no pueden pronunciar palabra, nos hablan en voz alta al celebrar hoy su fiesta. Dan testimonio de Jesucristo, el Hijo de Dios, no con sus palabras, sino, lo que es más elocuente, con su sangre.

Los Magos venidos de Oriente anuncian al rey Herodes que se dirigen a buscar al Rey recién nacido y a adorarle. Herodes, sediento de poder, se siente amenazado y ya está decidido a eliminar a quien considera su rival.

El martirio de los niños marca el comienzo mismo de la vida de Cristo, vida entregada, para que todos tengan vida, vida en abundancia. Todos los niños de dos años o menos ganaron la corona del martirio, derramando su sangre por Cristo. Qué maravilloso don de la gracia. Todavía no son capaces de expresar con palabras su fe en Cristo, pero tienen el privilegio de convertirse en confesores de Cristo y llevar la palma de la victoria.

Los niños son un tesoro que Dios regala a nuestras familias, a nuestra nación y a nuestro mundo. Desgraciadamente, hoy en día están expuestos a abusos por motivos egoístas de adultos que los utilizan para su placer, para el trabajo infantil, o como medio para conseguir dinero vendiendo sus órganos, etc.
Nosotros, como seguidores de Jesús, estamos invitados a dar voz a los que no la tienen. Estamos llamados a seguir el mismo camino que él recorrió. Él no tenía pecado, pero sufrió mucho. Puede que nosotros también tengamos que soportar insultos y ser exiliados en este mundo. Jesús nos recuerda que no hay gloria sin cruz.

"Si el mundo os odia, acordaos de que a mí me odió antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo os amaría como a suyos; pero vosotros no sois del mundo. Yo os elegí del mundo y por eso el mundo os odia" ( Jn 15,18-19). La palabra de Dios nos da valor y fuerza para iluminar el mundo con nuestra vida y nuestra misión.

Mientras celebramos el tiempo de Navidad, también nos enfrentamos a situaciones de pobreza, guerra y crisis políticas en muchas partes del mundo. Que la fiesta de los Santos Inocentes nos dé a todos la gracia de dejar que nuestra vida hable más elocuentemente que nuestras palabras.

Hna. Sagaya Mary David
Contemplativa
Nagoda, Sri Lanka